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LECTURA 7

  • Foto del escritor: Liz Hernandez Ortega
    Liz Hernandez Ortega
  • 15 abr 2019
  • 2 Min. de lectura

Región violenta

América Latina: la región en donde con más facilidad se recurre al homicidio para resolver problemas

Comentar34Facebook18TwitterGuardarEnviarLinkedinComentar34GuardarReportarCompartirPor: EDITORIAL  22 de marzo 2019 , 08:43 p.m.

Con cada vez más frecuencia, y gracias a la creciente disponibilidad de todo tipo de datos, distintas entidades elaboran ránquines. Junto con los que establecen cuáles son, por ejemplo, los países más felices del planeta, en el otro extremo están los que tienen como misión alertar y dar pie a acciones.

Este último es el caso del escalafón que anualmente elabora la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia Penal de las ciudades más violentas del mundo. Listado en el que ninguna urbe quisiera estar. El ejercicio académico trajo novedades que pueden interpretarse como positivas para Colombia: en comparación con el de 2017, aparece una ciudad menos. Cúcuta salió de la lista, mientras que Palmira y Cali permanecen. La primera en el puesto 27, la segunda en el 31. Ello pese al aumento de los homicidios registrado en 2018 y que rompió con una tendencia de varios años a la baja. Si se contrasta esta realidad con la que muestra el ranquin en cuestión, podría afirmarse, como ya lo han hecho algunos expertos, que la violencia letal tiende a trasladarse a zonas rurales. Cabe recordar que en la medición de 2013 fueron seis las urbes de nuestro país presentes.

Muy negativo y sin atenuantes es el balance para América Latina: de los 50 renglones, 42 corresponden a centros urbanos ubicados en esta parte del mundo. De ellos, 15 son mexicanos (cuatro ciudades del país azteca aparecen en los cinco primeros puestos: Tijuana, Acapulco, Victoria y Juárez) y 14, de Brasil. Mención aparte merece Venezuela: seis localidades, no obstante la imposibilidad de contar con datos oficiales. Para mayor preocupación, hay que añadir que América Latina cuenta apenas con el 8 por ciento del total de la población del planeta. Y otro dato: cerca de una tercera parte de las muertes por heridas de bala o uso de armas blancas en el mundo ocurren en la región.

Frente a estos números, hay quienes sostienen que, aunque críticos, sin duda dan cuenta también de que las ciudades latinoamericanas y los Estados cuentan con mayor capacidad y herramientas para llevar registros fiables de comportamientos criminales que las existentes, por ejemplo, en varios países de África, en particular en la región subsahariana. La especulación apunta a que de contar estos Estados con mayor capacidad para, dicho coloquialmente, ‘contar a sus muertos’, probablemente su cuota en este escalafón sería mayor.

Lo cierto es que América Latina, Colombia incluida, tiene ante sí un enorme desafío. La violencia en las ciudades es consecuencia de la confluencia, en distinto grado, de múltiples factores. Desde la desigualdad hasta el narcotráfico, pasando por otras modalidades de crimen organizado e, incluso, viejas inercias culturales que facilitan optar por el asesinato a la hora de tener un conflicto con otra persona.

Tal desafío obliga a ir más allá de las acciones policiales contra el crimen, que son necesarias. Casos de éxito como el de San Pedro Sula, en Honduras, merecen estudiarse. Pero, sobre todo, se requieren políticas integrales, a largo plazo, tendientes a evitar todo lo que hace a veces tan fácil apretar un gatillo.

editorial@eltiempo.com

 
 
 

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